Con fuertes dolores en el cuerpo y postrada en la cama N° 6 del Hospital Regional de Ica, permanece la joven madre Viviana Petronila Huaroto (27), quien quedó discapacitada de moverse por sí sola, a raíz de un accidente de tránsito producido por un bus de la empresa Ormeño, ocurrido el 15 de Mayo de este año en Nasca, donde pereció su hijito Julio César (4).
Han pasado cuatro meses y todo sigue igual para la infortunda joven quien no se merece el cruel castigo que le ha tocado vivir, pues los responables del accidente la abandonaron a su suerte sin asumir ninguna responsabilidad para mejorar la salud de la paciente quien no puede valerse por si sola.
Con lagrimas en los ojos, doña Santosa Huamán Díaz (53), cuida de su hijastra quien respira a través de un tubito que le colocaron en la garganta, pues ella ha quedado hemipléjica de medio cuerpo y no puede hablar, debido al fuerte impactó que sufrió del accidente.
La humilde madre vende turrones en las calles y se sube en los buses, a fin de juntar dinero para comprar pañales, guantes y vestir a diario haciendo la de enfermera para la joven quien tiene un hijo Alexander (10). La Joven requiere de un buen tratamiento médico para mejorar su salud.
Doña Santosa se encuentra compungida y llora al no poder hacer nada por su hijastra, ya que la empresa Ormeño ha abandonado a la paciente a su suerte, que en un principio se comprometió apoyarla.
Han pasado cuatro meses y todo sigue igual para la infortunda joven quien no se merece el cruel castigo que le ha tocado vivir, pues los responables del accidente la abandonaron a su suerte sin asumir ninguna responsabilidad para mejorar la salud de la paciente quien no puede valerse por si sola.
Con lagrimas en los ojos, doña Santosa Huamán Díaz (53), cuida de su hijastra quien respira a través de un tubito que le colocaron en la garganta, pues ella ha quedado hemipléjica de medio cuerpo y no puede hablar, debido al fuerte impactó que sufrió del accidente.
La humilde madre vende turrones en las calles y se sube en los buses, a fin de juntar dinero para comprar pañales, guantes y vestir a diario haciendo la de enfermera para la joven quien tiene un hijo Alexander (10). La Joven requiere de un buen tratamiento médico para mejorar su salud.
Doña Santosa se encuentra compungida y llora al no poder hacer nada por su hijastra, ya que la empresa Ormeño ha abandonado a la paciente a su suerte, que en un principio se comprometió apoyarla.
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